La espuma se tuerce, alarido de las olas. El viento arremolina la lava mientras las gaviotas caen en picado en busca del alimento. Hoy no hay peces ni pretextos para la calma. El mar aúlla y revienta con furia en las rocas.
Se escuchan las voces del océano, alarido de los naufragios. Los nubarrones en el horizonte anuncian la tormenta que nunca llegará a estas costas. Lo sabe la espuma que cubre de sal sus piernas. Lo sabe la mar que le empapa la falda.
Camina sin importarle las heridas que le dejan las piedras, alarido que no cesa. El salitre se le mete en los poros, en los pulmones, en la sangre. Se despoja del dolor y de los recuerdos y grita para que el rugido del viento engulla sus lágrimas.
Belkys Rodríguez Blanco ©