Pensé en las gaviotas cuando vi a aquellos hombres; en las cadenas, en las mordazas, en los sueños arrebatados, en balsas a la deriva y ojos desesperados oteando el horizonte. Recordé los pajaritos enjaulados por vanidad, en otros hombres de otras latitudes que por querer cambiar las cosas ven solo rejas nada más abrir los ojos por la mañana.
Entre barrotes también sobreviven el amor y la esperanza. Y volví a pensar en el vuelo de la gaviota. Alas extendidas, la vista atenta, la mar serena abajo, esperando el impacto de un cuerpo frágil que se lanza en picado buscando el alimento. Entre hierros oxidados hay historias que llevan impresas sus propias lágrimas; hay gente a la deriva, ojos cansados que escudriñan una línea lejana e intangible.
En cada hombre hay un naufragio propio y ajeno. En cada mirada hay una madre que enjuga sus lágrimas con el delantal; una novia que espera una carta o sueña con una caricia; un hijo que empieza a darse cuenta de que la vida también tiene garras que destrozan y que meter la pata puede salir muy caro. En cada hombre hay una parcela de libertad que sobrevive entre rejas; manos que se aferran a los recuerdos amables; alas que se despliegan cada noche en el silencio de una celda.
Así transcurre la vida, como esas imágenes en cámara lenta o las pesadillas de las que cuesta desprenderse. Cada minuto se multiplica. El alma se curte y la piel se llena de surcos. Más allá de los barrotes, revolotea desesperadamente la gaviota, mientras los últimos rayos de sol de un día cualquiera acarician la mirada de un hombre que sueña con aquellas alas que dejó olvidadas en un rincón de su infancia.
Nota: Este pequeño relato está inspirado en los presos de los módulos de Respeto de la cárcel grancanaria Salto del Negro. El viernes 27 de mayo tuve la oportunidad de participar en una actividad con la Fundación Mapfre Guanarteme y la editorial Canariasebook, en la presentación del libro: Cuentos desde la celda. Son relatos de los internos que han participado en el concurso de cuentos cortos Ángel Guerra. Historias de hombres y mujeres de los centros penitenciarios de España. Me siento muy afortunada por haber estado allí. Una gran lección de vida, sin dudas. Detrás de los barrotes a veces solo hay hombres que han errado, que han sido maltratados por la vida y han tomado caminos y decisiones equivocadas. Hombres que merecen nuestro respeto y una nueva oportunidad. Mi especial agradecimiento a doña Marta, una gran mujer que alivia el dolor de muchas personas privadas de libertad y a la escritora Elsa López, por su palabra poética y certera.
Belkys Rodríguez Blanco ©