Quiero huir del peligro pero corro hacia él
con las alas abiertas y el corazón desbocado.
Me aferro al recuerdo como un náufrago
a su playa salvadora.
Mi cuerpo se hunde y el mar despiadado
embiste con arrebato lujurioso
y me arranca los últimos rayos del crepúsculo.
Quiero correr pero me he quedado sin piernas,
necesito volar pero la sinrazón me ha mutilado las alas,
me urge gritar pero la tempestad se ha tragado mi voz.
Intento escribir lo que se desborda en mis sentidos,
pero se han ido las palabras
y el silencio me ha declarado la guerra.
Procuro la quietud, una suave brisa que me eleve
y ponga mis pies en las nubes.
Con un poco de suerte
amanecerá la cordura entre mis sábanas.