Una linda guajirita
Rosario barría el portal de su casa y él pasó conduciendo su Ford de 1956. Tarareaba una melodía de moda, así que no escuchó el ruido del motor, pero sí el sonido de los cristales rotos. El automóvil se había empotrado en la vidriera de un establecimiento de víveres. Había poca gente a esa hora