Renuncia
Reunciar a la inocencia. El alma pide a gritos un callo que la proteja de la iniquidad. Renunciar a la lágrima pueril. Burlarse de las heridas aunque no cicatricen y se pudra la carne. Echarle sal marina al arañazo y aguantar. Con los dientes muy apretados, gritar hacia adentro, inspirando la rabia. Que el corazón