“¡Atasco, atasco!”, grita desesperado el renacuajo que nada con espíritu olímpico en el centro del río espeso y blanquecino, mientras su cabeza aplanada se estrella contra la cola del compañero que lo precede. “¡Retirada! ¡Nos han engañado!”, vocifera aterrorizado el primero de la fila antes de que su mollera se estampe contra el vidrio del tubo de ensayo.