Hay muros que se parecen a otros que dejaste atrás, donde la gente se sienta bajo un sol inclemente y reza a Yemayá pidiendo un milagro. Donde el sudor y el salitre se abrazan en la agonía del encierro. Este es otro muro, en una ciudad libre de huracanes; un rompeolas donde te encaramas, cantas o maldices y nadie repara en tu alarido.
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