Respira todo el azul que te quepa en las células. Siente el salitre oxigenando tu sangre. Deja que el agua desborde tus sentidos. Tantea la brisa marina. Acaricia cada piedra, las caracolas, las algas, las corrientes. Imagina unas manos que van desnudando tu sombra. Escribe un mensaje breve o extenso, optimista o apocalíptico, de amor o desamor. Lo que importa es la catarsis. Mételo, sin corregirlo, en esa botella que olvidaste reciclar y déjala a merced de las mareas. Cada isla perdida tiene su náufrago de turno.
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