El psiquiatra le habló de la neurosis y le prescribió las caricias. Nada como unos dedos experimentados para desterrar la soledad de la piel y los tormentos del alma. Le prohibió los antidepresivos, los tranquilizantes o cualquier otro medicamento que anulara los sentidos e impidiera el disfrute. El psiquiatra le insistió en el uso de las manos y, claro está, la boca y su inseparable compañera la lengua. El cuerpo y el alma siempre responden mucho mejor a las terapias alternativas.
2 comentarios en “Por prescripción facultativa”
¡Hola, Belkys!
Ya que te sigo por Face, lo haré también por aquí. Te pongo en mi blog.
Un besico.
Precioso… Y muy cierto.