Sombras y Amaneceres


Cobíjate bajo tu sombra si te hace falta y bajo la de aquel árbol de tu infancia, si la que proyecta tu alma no es suficiente. Camina despacio y deja que la soledad te haga un guiño cómplice o una mueca, da igual, la arena mojada bajo tus pasos será el remedio para las penas. Deja al salitre hacer su trabajo. La sal en la herida escuece en la misma medida que cura. Observa atentamente a la gaviota que se deja llevar por las corrientes de aire, con las alas quietas y la mirada avizora. Luego se lanza en picado en busca de una quimera para emerger más tarde,  con premio o sin él, pero siempre regresa de lo profundo del abismo y vuelve a planear sobre el mismo océano que lame tus pies y tus dudas. Quédate bajo tu sombra solo el tiempo suficiente para darte cuenta de que la luz  te espera para amanecer de nuevo en las costas de siempre.

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