Sombras y luces


Entre tantas sombras la luz fue haciendo un agujero y logró salir a la superficie. Asomó tímidamente la cabeza y comprobó que el mundo podía ser una mirada, una melodía, un brevísimo candil que anuncia la noche, una caricia inocente que tiembla en la punta de los dedos. Impaciente, la luz quiso mostrar todo su cuerpo, sin disimulos, sin aspavientos, con el pudor a buen recaudo. Ahora, libre de ataduras, va recorriendo cada rincón de su alma, en un vuelo silencioso, íntimo, reconciliándose por fin con el sosiego.

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