El ahogado

Se lo tragó el agua o la desidia, no sé bien. Lo cierto es que caminó hasta el borde del acantilado y al cabo de unos minutos desapareció. A pocos metros estaba aparcado su todoterreno con las llaves en el contacto. Una música melancólica sonaba en la radio. Sobre el asiento del copiloto yacía un