La mala hierba
Con los ojos cerrados confía en su inmortalidad. No le importan los riesgos o los malos augurios. No le teme ni a los cuervos ni a las tiñosas. Se muestra indiferente ante el mal de ojo y toda su parafernalia para evadirlo. Pasa tranquila por debajo de las escaleras y se ríe a carcajadas cuando