Literatura

Heridas

Bendito domingo con la nostalgia y su artilugio sadomasoquista dejando surcos sobre la piel de los recuerdos. Ella lo sabe mejor que nadie. Por mucho que lo intente no puede escapar de la mueca trágica de las heridas. Y a pesar de todo sonríe y busca en el desván el traje de princesa que le

Abulia

No tengo ganas de escribir pero garabateo una frase sin sentido. No me gusta volar pero me cuelgo desesperada de un trozo de nube. No me apetece llorar pero la lluvia ha formado un charco sobre las sábanas. No es mi intención gritar pero has llegado tan lejos y con tal ímpetu que ni tiempo

La Tarde

La tarde se parece a ti, a mí, a la inocencia. Es un refugio para la quietud, y el mar se acurruca en las aletas de dos delfines que bailan ante el crepúsculo y las gaviotas. La tarde es un susurro de besos como retoños, de raíces como laberintos, de conchas como destinos. No sé

Lo que las moscas te pueden contar

A Piti, por facilitarme la idea. Las moscas en su caótico vuelo matinal sobre una cabeza que se protege del frío como puede, incluso con una peluca grotesca que perteneció a algún antepasado con espíritu carnavalesco, les susurran historias fabulosas a la única oreja que posee: como aquella en la que la mierda de perro tiene una discusión

Timo

El hombre marca Hugo Boss besó apasionadamente a la chica Gucci. Después de la ceremonia se fueron de luna de miel al Caribe en un yate de lujo. Cuando el océano se tragó el sol, el agua les llegaba a los tobillos. Ninguno de los dos se percató de que el barco era Made in

Mariposa tropical

A mi amiga Ángeles La mariposa observaba los colores de la aurora boreal y se preguntaba si podrían sobrevivir en el cielo caribeño. No se atrevía a interrumpirla porque aquélla ondulaba ensimismada como si fuera besando el cielo de pies a cabeza. Hacía frío y la mariposa agitaba las alas con entusiasmo  intentando mantener su

Una linda guajirita

Rosario  barría el portal de su casa y él pasó conduciendo su Ford de 1956.  Tarareaba una melodía de moda, así que no escuchó el ruido del motor, pero sí el sonido de los cristales rotos. El automóvil se había empotrado en la vidriera de un establecimiento de víveres. Había poca gente a esa hora

El pescador

En su mirada distraída reconozco el sosiego, lo simple del amanecer en otras costas, el recuerdo de aquel día cuando me empeciné en irme a pescar con mi padre en aquella barca que no paraba de ondular mientras yo echaba el estómago por la boca. Tuvimos que regresar al puerto y mi viejo se quedó

La operación

Después se sentir el pinchazo en la columna vertebral  cerró los ojos y soñó que le cercenaban la pierna con un serrucho descomunal. Flotaba a la deriva en un cielo encapotado mientras unos pajarracos negros le cantaban un reguetón al oído. Intentó incorporarse pero los mareos y las náuseas la dejaron postrada en aquella sopa