Lucrecia y el Sol
A la Mariposa se le mojaron las alas con el sereno. Desconcertada, pensó que nunca más podría volar. Lloró con los puños apretados y, entre sollozos y maldiciones, se refugió bajo los pétalos de un girasol. Ante tanta algarabía, el Sol se asomó por la línea del horizonte y, mientras estiraba brazos y piernas, se