La lluvia intenta derrotar al tiempo y las aceras.
Ríen felices las gotas, desfilan calle abajo
y se despiertan los tejados, las ventanas y los murmullos.
Regresas mojado y simple.
Traes la lluvia, las hojas de un otoño extinto
y de una primavera que llena de flores
mis sienes y mis tobillos.
Comienzo a contarte una historia de duendes traviesos,
pero tú prefieres el silencio,
llegar a tu casa donde te espera la costumbre
como un gato que dormita indiferente en el sofá.
Escucho un portazo.
Otra vez cae el aguacero
y un rostro infantil salta en los charcos olvidados de mi calle.
Te toco y beso las gotas en tus ojos,
empapada tu cara sobre mi cara y los sueños.
Cuando escampa otra vez te marchas
y dejas el cielo limpio y mi cuerpo húmedo.