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Calima y aguacero

Calima que anula el mar y la voluntad. El polvo le reseca la garganta mientras en sus recuerdos busca un aguacero que le refresque los sentidos. El sol es perfectamente redondo encima de las lomas. Hay otro sol, distante, que intenta apagarse sobre las olas caribeñas. Allí flota ella, entre algas y toninas. Aquí  no

Estío

Tanto calor aplasta las palabras, las fríe hasta convertirlas en chicharritas carbonizadas. El teclado me mira con desdén, bosteza y cierra los ojos. Sueño con aquella charca bajo el faro, a la sombra de la lava milenaria. Allí las piedras son un remanso de frialdad y el mar del otro lado del acantilado salta y

El secreto

Muy cerca de la estrella polar, las hadas y los elfos me susurraron un secreto y yo, incrédula, tan solo sonreí mientras los colores de la aurora boreal iban construyendo un camino hacia el sur. Ahora sé que todo lo que me contaron era cierto. Y estoy aquí, exactamente donde ellos me dijeron que me

Bolita de mar

Todos me llaman bolita de nube pero yo no caí del cielo. Soy una criatura marina y nací el día en que la luna se cansó de estar colgada del firmamento y cayó exhausta en el océano. De todas las chispas luminosas que volaron por los aires, víctimas de tan estrepitosa caída, solo sobreviví yo,

Sabor a mango

La única vez que Aurelio me besó su saliva me supo a mango madurito. Me pareció raro porque a él no le gustaban las frutas y mucho menos el mango. Decía que le sabía a purgante y que las hilachas se le metían entre  los dientes y tardaba semanas en librarse de ellas. Si algún

Son de la loma

Lleva la música en los genes. Está segura de que tiene sangre africana aunque la gente le diga que parece europea. En esta isla son todos mestizos. “Aquí el que no tiene de congo tiene de carabalí”, solía asegurar su abuelita. La prueba está en el mulato con rasgos asiáticos que atiende las mesas en

Espíritus del bosque

A Sandra y Dani Se encontraron el día señalado por el viejo castaño. El sol rozaba levemente los cabellos ondulados de ella. Él, abrazado a un árbol, le susurraba historias olvidadas al viento. Ella se acercó casi flotando y, riendo con picardía, le colocó una flor en la solapa. Él sintió el calor en sus

Iris

Se escapó del refugio porque estaba desorientada, confundida, decepcionada. Subió por la pendiente con destreza. El terreno escarpado no era un problema para ella. Sus antepasados habían sido perros de rescate en la montaña y eso se lleva impreso en los genes. Los cuidadores comenzaron a llamarla por su nuevo nombre, pero ella continuó desafiando

El encierro

Lloraba por dentro porque desde que cumplió la mayoría de edad decidió cerrar sus párpados al mundo. “¿Cómo puede una mujer hermosa contar tantas desgracias en una sola edición del telediario?», se preguntaba mientras iba clausurando una a una las ventanas y las puertas de su casa. Se sumió en la más profunda oscuridad, se

Metáforas

Mirando el mar desde la ventana de la residencia, Juan Manuel se acordó de Teresa y lo contó en unos pocos versos. Ahora tiene más de ochenta años, pero las metáforas sobreviven al tiempo y al destino. Tienen una especie de eternidad en su esencia. Recuerda que eran muy jóvenes y ella ya estaba comprometida,