Sigo hablando del calor, pero ya no sé si es el viento africano o son tus dedos que levemente me rozan los sueños. Cuesta respirar, baja la tensión, el cansancio me atenaza, el insomnio tienta la noche, y no sé si es el sol del desierto abrasando los minutos o son tus caricias las que bañan de sudor mi cuerpo.
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