A Diego, mi duende del invierno
Desde que naciste
se posa un arco iris en mi ventana.
Vuela con alas de mariposa
y un estallido multicolor
ilumina cada rincón de la casa.
Desde que vi tus ojos
supe que la ternura
era un pájaro de alas gigantes
que me abrazaría eternamente el alma.
Tú me has devuelto la alegría
y las caricias más ingenuas.
Cada color del arco iris
es una puerta a los milagros y la fantasía.
Desde que tú naciste
ando en busca de las palabras exactas
para contarle a los duendes cómo eres
y cómo soy después de tu llegada.
Lo siento, hijo mío,
no encuentro las palabras,
solo un arco iris infinito
posado para siempre en mi ventana.