La madrugada llega en puntillas a mi almohada
y despliega su manto frío y desolador.
Busco a tientas tus palabras, las rozo levemente
y en ellas me acurruco, me abandono y amanezco.
La madrugada insiste y también el insomnio.
Animales en celo, hambrientos, preparados para la
embestida.
Lucen sus viejas cicatrices como surcos en la piel,
trofeos de las últimas batallas.
Claudico y me entrego a la madrugada y al insomnio.
La soledad devora con parsimonia los sentidos.
En la ventana el viento aúlla como animal derrotado.
La madrugada se desvela entre las sábanas.
El insomnio me gana la partida.
Belkys Rodríguez Blanco ©