Ni una sola palabra, ni con falta de ortografía. Ni una sola frase coherente o incongruente. Abulia estival, suelo reseco y cuarteado, neuronas desconectadas, aguaceros pendientes. Se quedó inmóvil, con la mirada clavada en la cuartilla impoluta, quizás desteñida como los fantasmas que andan sigilosos por las madrugadas insomnes. Miró al techo con desgana y vio la soga, desgastada por tantos cuellos suicidas. La luz menguó y luego volvió a brillar con esa intensidad que maldicen las pupilas. Otra vez el espíritu burlón campa a sus anchas, pensó. Otra vez escupiéndole en el rostro que ella es solo una marioneta del azar, un pobre eslabón suelto. Sequía estival, repitió una y otra vez. Luego cerró los ojos y dejó que la rudeza de la soga le rodeara el cuello como una planta parásita. Afuera, un relámpago anunció la llegada de las primeras gotas. Demasiado tarde. Ni una sola palabra y tantas frases como cabos sueltos. Luego aquel destello macabro antes de estruendo y su cuerpo exánime, húmedo,liberado.
Belkys Rodríguez Blanco ©
Belkys Rodríguez Blanco ©