Cartas a Marina
A mi madre y a otras madres que ya no están. La vio al lado del armario, con su bata blanca, el pelo suelto y esa sonrisa que siempre la hizo tan especial. Cerró los ojos y aspiró con fuerza su olor a Nomeolvides. La brisa nocturna mecía levemente las cortinas del ventanal. “No te