A Diego
Tu risa es el aliento de la lluvia,
el atardecer en los techos,
una gaviota,
las novelas en la radio,
el domingo en la playa de mi pueblo.
Es el hechizo, los duendes inquietos,
el juego a las escondidas,
los barcos de papel flotando en la calle
después del aguacero.
Si tú ríes yo vuelvo a recorrer mi patio
con los pies descalzos,
la cara sucia,
mi abuela trajinando en la cocina,
mis amigos me llaman desde la calle.
No dejes de reír,
para que mi madre vuelva a besarme,
las hadas me traigan un príncipe,
y mi perra se acurruque en mi regazo.
Mientras dure tu risa,
me iré con mi abuelo
a pescar en las zanjas de San Vicente,
mi padre volverá feliz del monte
con su escopeta al hombro
y el perro saltará
tratando de lamerle el rostro.
Tu risa, Diego, me devolverá la inocencia,
me llevará de vuelta a casa
y será siempre
el dulcísimo sobresalto
de la próxima primavera.