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Años

Los años de la abuela desaparecieron en su memoria. Sabía que hoy cumplía muchos pero prefería olvidarlo. Con absoluto desparpajo me respondió ante la indiscreta pregunta: “Los años se me perdieron igual que las gafas, mijita”. Una carcajada puso punto final a mi curiosidad y entonces me di cuenta de que aquella hermosa mujer que

En territorio onírico

Aquel sentimiento dulce en el pecho la empalagaba y le subía los niveles de glucosa en sangre. Prefería lo agrio, era mucho más sano. No había pegado ojo pensando en aquellas manos que jamás la habían tocado. No necesitaba irse a la cama para soñar con él. Con los ojos muy abiertos y a plena

Punto final

Cuando llegó a la última página percibió una esencia que le era familiar. No podía recordar lo que había sucedido pero conocía aquel olor que ahora lo embriagaba. Instintivamente acarició la frase inconclusa y cerró los ojos ante el goce que le producía el contacto con el papel. El punto lo incomodaba bastante. Era un

La flor del limonero

A Joaquín por devolverle cada día la esperanza a un niño. A Azahara para que vuelva a sonreír. Por el tronco del viejo limonero trepa la lagartija. Pretende llegar hasta las hojas para despojarse del traje marrón y vestirse de verde brillante. La niña la observa con curiosidad y luego vuelve a mirar las nubes

En el insomnio

La madrugada llega en puntillas a mi almohada y  despliega su manto frío y desolador. Busco a tientas tus  palabras, las  rozo levemente y  en ellas me acurruco, me abandono y amanezco. La madrugada insiste y también el insomnio. Animales en celo, hambrientos, preparados para la  embestida. Lucen sus viejas cicatrices como surcos en la

Luces del Norte

A Diego, mi duende del invierno.  El niño se quedó mirando fijamente el gran ventanal. En sus pupilas se reflejaban aquellas serpientes multicolores y ondulantes que recorrían con parsimonia el cielo polar. La madre lo vio sonreír y agitar las manitos como si quisiera alcanzarlas. Ella también tenía la vista fija en el amplio cristal.

Lágrimas negras

La lámpara de lágrimas había permanecido durante más de un siglo en la misma estancia de la casona de la calle Claveles. La singular combinación de acero y cristal negro daba forma a una pieza única y robusta. Tanto era así que en ella amanecieron ahorcados tres miembros de la familia Aspuru-Martínez, sin embargo, resistió

El cha cha chá de Cachita

“Cachita está alborotá y ahora baila el cha cha chá”. Pipo, el Mantequilla, sonreía dejando el diente de oro a la intemperie, mientras avanzaba en su flamante Ford del 56 por la calle principal del pueblo. Negro como el culo de un caldero, vestía siempre de blanco y llevaba un pañuelito rojo en el bolsillo

Vampiros en el norte

A Diego Érase una vez un vampiro avispado que se mudó al norte del planeta un día antes de Navidad. Instalado en Reykjavík, capital de Islandia, dejó de preocuparse por la salida del sol. A pesar de los altos precios de las bebidas alcohólicas, era tal su euforia que compró dos cajas de aguardiente vikingo

Insomnio

El viento era especialmente cruel aquella madrugada. Removía el polvo acumulado y los fantasmas, desvelados e inquietos, no encontraban sosiego en ningún rincón de la casa. Si bien era cierto que no hacían ruido, a ella se le erizaba la piel de la espalda y daba vueltas en la cama, flotando en un duermevela que