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Sombras y amaneceres

Cobíjate bajo tu sombra si te hace falta y bajo la de aquel árbol de tu infancia, si la que proyecta tu alma no es suficiente. Camina despacio y deja que la soledad te haga un guiño cómplice o una mueca, da igual, la arena mojada bajo tus pasos  será el remedio para las penas.

Manchitas

A mi amiga Gabi por su generosidad y a Manchita, por supuesto. “Cuando usted abandona un perro porque “ya no le sirve”, sus hijos aprenden la lección. Quizás hagan lo mismo con usted cuando sea un anciano”. Konrad Lorenz Lo vi mientras conducía. Estaba en la acera, mirando a un lado y a otro. Supuse

La decisión de Amanda

Mientras ella lloraba su ausencia, él invitaba a sus amigos a una noche loca de marcha en un bar de la ciudad. Ella no lo sospechaba o quizás lo intuía, pero prefería seguir creyendo en el cuento de hadas que tanta veces leyó cuando era una niña. “Sé buena chica, Cenicienta, y tendrás zapatos de

La nube descarriada

A Sandra, Dani y Joaquín. La nube negra perdió la noción del tiempo y del espacio y se dejó llevar por el viento cálido y húmedo. Sus hermanas, todas impolutas y fieles al redil, se avergonzaron de la nube descarriada y la enviaron al exilio. Ella, harta de remilgos y desplantes, se lanzó sin remordimientos

Plegaria

Sopla, Alisio, y manda a la calima de vuelta a la otra orilla. Tengo arena hasta en el ombligo y jamás he pisado el desierto. La garganta reseca pide silenciosa un aguacero. Envía el rayo, Changó. Sé generosa con los que sobreviven en otras costas. Que de cada nubarrón venga una cascada que sacie la

El regreso

Vuelves callado y cabizbajo, cabalgando sobre la espuma, en tu corcel de algas, la espada atenta. Llegas en puntillas a mis costas desnudas, la tempestad acecha y el horizonte navega a la deriva. Tus manos trémulas me exploran, en tu boca me hundo. Despierto a oscuras y sin tu abrazo, el torbellino me engulle. Despacio

Mariposas transparentes

A la memoria de Gisela. A veces las mariposas son transparentes y aletean tan cerca de la nariz que te provocan un estornudo o una sonrisa sin aparente motivo. Sus alas brillan discretamente y solo el ojo experto puede captar el momento en que suben hasta las nubes y desatan una lluvia de estrellas en

Desvelo

No podía dormir por eso se arrancó los párpados y los tiró a la papelera. Era mejor estar alerta. No podía escribir, así que dejó quieta las manos sobre el regazo y soñó con palabras y con amaneceres. El gallo cantaba a lo lejos, tal vez en su memoria. El insomnio solía ser engañoso cuando

El amor de su bohío

A mis abuelos Mientras el sol roza brevemente las montañas de Santa Lucía pienso en la abuela que está en la otra isla. Tierra llana y colorada. Cañaverales, manglar, mango, mamey y mamoncillo. Las gallinas custodiando a los pollitos recién salidos del cascarón. El olor a café acabado de colar y la guajira trajinando en

Desidia

Se aflojan las carnes esperando una caricia. La sonrisa se transforma en rictus patético. El carmín de los labios se abraza con furia al borde de la copa vacía. Camina tambaleante, el rímel se mezcla con un par de lágrimas que bajan con descuido hasta la comisura de los labios. Se quita los tacones y