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Ella en su agonía

A solas con el pescador, la gaviota y el pez en su agonía. Las mareas se niegan a devolver los recuerdos. Se hundieron callados en las profundidades, abrazados a las conchas y los corales. En las rocas se enquistaron las palabras, frases premeditadas, caricias falsas. El grito campa a su antojo dentro del pecho y

La herida

Fue a lamerse las heridas en un rincón de la noche. La luna no lo acompañó esta vez. En solitario gimió por la ausencia de las caricias. La noche, indiferente, miró con disimulo hacia otro lado. No hubo preguntas ni respuestas. Solo el guiño cómplice del silencio. Extenuado, se durmió cuando el amanecer comenzó a

Sombras y amaneceres

Cobíjate bajo tu sombra si te hace falta y bajo la de aquel árbol de tu infancia, si la que proyecta tu alma no es suficiente. Camina despacio y deja que la soledad te haga un guiño cómplice o una mueca, da igual, la arena mojada bajo tus pasos  será el remedio para las penas.

Manchitas

A mi amiga Gabi por su generosidad y a Manchita, por supuesto. “Cuando usted abandona un perro porque “ya no le sirve”, sus hijos aprenden la lección. Quizás hagan lo mismo con usted cuando sea un anciano”. Konrad Lorenz Lo vi mientras conducía. Estaba en la acera, mirando a un lado y a otro. Supuse

La decisión de Amanda

Mientras ella lloraba su ausencia, él invitaba a sus amigos a una noche loca de marcha en un bar de la ciudad. Ella no lo sospechaba o quizás lo intuía, pero prefería seguir creyendo en el cuento de hadas que tanta veces leyó cuando era una niña. “Sé buena chica, Cenicienta, y tendrás zapatos de

La nube descarriada

A Sandra, Dani y Joaquín. La nube negra perdió la noción del tiempo y del espacio y se dejó llevar por el viento cálido y húmedo. Sus hermanas, todas impolutas y fieles al redil, se avergonzaron de la nube descarriada y la enviaron al exilio. Ella, harta de remilgos y desplantes, se lanzó sin remordimientos

Plegaria

Sopla, Alisio, y manda a la calima de vuelta a la otra orilla. Tengo arena hasta en el ombligo y jamás he pisado el desierto. La garganta reseca pide silenciosa un aguacero. Envía el rayo, Changó. Sé generosa con los que sobreviven en otras costas. Que de cada nubarrón venga una cascada que sacie la

El regreso

Vuelves callado y cabizbajo, cabalgando sobre la espuma, en tu corcel de algas, la espada atenta. Llegas en puntillas a mis costas desnudas, la tempestad acecha y el horizonte navega a la deriva. Tus manos trémulas me exploran, en tu boca me hundo. Despierto a oscuras y sin tu abrazo, el torbellino me engulle. Despacio

Mariposas transparentes

A la memoria de Gisela. A veces las mariposas son transparentes y aletean tan cerca de la nariz que te provocan un estornudo o una sonrisa sin aparente motivo. Sus alas brillan discretamente y solo el ojo experto puede captar el momento en que suben hasta las nubes y desatan una lluvia de estrellas en