Literatura

Cartas a Marina

A mi madre y a otras madres que ya no están. La vio al lado del armario, con su bata blanca, el pelo suelto y esa sonrisa que siempre la hizo tan especial. Cerró los ojos y aspiró con fuerza su olor a Nomeolvides. La brisa nocturna mecía levemente las cortinas del ventanal. “No te

El último recuerdo

Fue a lamerse las heridas en un rincón de la noche. La luna no lo acompañó esta vez. En solitario gimió por la ausencia de las caricias. La noche, indiferente, miró con disimulo hacia otro lado. No hubo preguntas ni respuestas. Solo el guiño cómplice del silencio. Extenuado, se durmió cuando el amanecer comenzó a

Gelasia y los caracoles

A mi abuela Eulalia Se lo susurraron los caracoles. Le dijeron que él me quería. Ella nunca lo había visto, ni siquiera en fotografías. Más de seis mil kilómetros de océano los separaban. Su certeza me dejó boquiabierta. Y luego me contó otras cosas que sucedieron tal y como ella las había vaticinado. Fumaba un

La mala hierba

Con los ojos  cerrados confía en su inmortalidad. No le importan los riesgos o los malos augurios. No le teme ni a los cuervos ni a las tiñosas. Se muestra indiferente ante el mal de ojo y toda su parafernalia para evadirlo. Pasa tranquila por debajo de las escaleras y se ríe a carcajadas cuando

Mariposas en el quirófano

Al bebé Bodie y a sus padres Tenía solo diez meses de vida cuando la ambulancia lo llevó al hospital más cercano. Los médicos intentaron salvarlo pero las lesiones eran muy graves. Una voz temblorosa y emocionada le habló a sus padres sobre la posibilidad de que los órganos del pequeño Bo fueran donados a

Ola y espuma

La ola libera la espuma de un cautiverio milenario. Va mascullando su rabia desde que se alza mar adentro hasta que arremete contra la arena en cualquier orilla. La espuma sale como un escupitajo de las fauces de la ola o como una lengua voraz que lame con avidez las costas. Ola y espuma fundidas

Nupcias en solitario

Cansada de esperar por el amor de su vida, Iluminada decidió casarse de un modo poco convencional. Divertida, lo bautizó como “nupcias en solitario”. Sería una ceremonia muy austera. Dos damas de honor, unos pocos amigos y la madre de la novia que la conduciría al altar con lágrimas en los ojos. El sacerdote, confuso e

Nevada

Me acuerdo de la primera nevada de mi vida. Tenía veintinueve años. Salí al jardín en aquel país donde los elfos te espían desde sus refugios, abrí los brazos y dejé que los copos se acurrucaran en los pliegues de mi abrigo negro. Era otoño, como hoy. El abrigo sigue colgado detrás de la puerta

El encierro

Lloraba por dentro porque desde que cumplió la mayoría de edad decidió cerrar sus párpados al mundo. “¿Cómo puede una mujer hermosa contar tantas desgracias en una sola edición del telediario?», se preguntaba mientras iba clausurando una a una las ventanas y las puertas de su casa. Se sumió en la más profunda oscuridad, se