Literatura

La decisión de Amanda

Mientras ella lloraba su ausencia, él invitaba a sus amigos a una noche loca de marcha en un bar de la ciudad. Ella no lo sospechaba o quizás lo intuía, pero prefería seguir creyendo en el cuento de hadas que tanta veces leyó cuando era una niña. “Sé buena chica, Cenicienta, y tendrás zapatos de

La nube descarriada

A Sandra, Dani y Joaquín. La nube negra perdió la noción del tiempo y del espacio y se dejó llevar por el viento cálido y húmedo. Sus hermanas, todas impolutas y fieles al redil, se avergonzaron de la nube descarriada y la enviaron al exilio. Ella, harta de remilgos y desplantes, se lanzó sin remordimientos

Mariposas transparentes

A la memoria de Gisela. A veces las mariposas son transparentes y aletean tan cerca de la nariz que te provocan un estornudo o una sonrisa sin aparente motivo. Sus alas brillan discretamente y solo el ojo experto puede captar el momento en que suben hasta las nubes y desatan una lluvia de estrellas en

Desvelo

No podía dormir por eso se arrancó los párpados y los tiró a la papelera. Era mejor estar alerta. No podía escribir, así que dejó quieta las manos sobre el regazo y soñó con palabras y con amaneceres. El gallo cantaba a lo lejos, tal vez en su memoria. El insomnio solía ser engañoso cuando

El amor de su bohío

A mis abuelos Mientras el sol roza brevemente las montañas de Santa Lucía pienso en la abuela que está en la otra isla. Tierra llana y colorada. Cañaverales, manglar, mango, mamey y mamoncillo. Las gallinas custodiando a los pollitos recién salidos del cascarón. El olor a café acabado de colar y la guajira trajinando en

Desidia

Se aflojan las carnes esperando una caricia. La sonrisa se transforma en rictus patético. El carmín de los labios se abraza con furia al borde de la copa vacía. Camina tambaleante, el rímel se mezcla con un par de lágrimas que bajan con descuido hasta la comisura de los labios. Se quita los tacones y

La diosa de los mares

Yemayá la observaba desde la cresta de una ola. En lo alto del acantilado ella lloraba por un amor imposible. Las lágrimas rodaban por las piedras y al mezclarse con el salitre se convertían en perlas. La madre de los peces y los orishas se acercó a la orilla y desplegó los caracoles. Su manto

Alarido

La espuma se tuerce, alarido de las olas. El viento arremolina la lava mientras las gaviotas caen en picado en busca del alimento. Hoy no hay peces ni pretextos para la calma. El mar aúlla y revienta con furia en las rocas. Se escuchan las voces del océano, alarido de los naufragios. Los nubarrones en

Bolero

La abuela le aseguraba que solo eran boleros de bares y cantinas. Canciones de su época, pasadas de moda. Letras tristes, de gente despechada. Ella no la escuchaba. Sus sentidos se dejaban seducir por la melodía y la letra. No sabía si habían sido sus manos o su boca, tal vez su voz; probablemente la

Estaciones

Los paisajes no entienden de estaciones, no les importa el frío o la lluvia, la sequía o el calor intenso. Combinan colores a su antojo para engañar a los sentidos. Las estaciones esperan adormiladas los primeros colores del alba y entonces deciden si les viene bien la primavera o el otoño, el verano o el