Literatura

Entre boleros y danzones

Mientras bailaban el danzón en un solo ladrillito, cada uno descubrió el amor en la mirada del otro. Se dejaban llevar por aquella melodía tan dulce como el melao de caña. Y así estuvieron toda la noche, entre boleros y danzones, compartiendo palabras y sudores. Descubriéndose, saboreando los sentimientos que solo la música es capaz

La búsqueda

¿Alguien sabe dónde está el otoño? Creí verlo ayer en alguna esquina, enredado en el velo sutil de la calima, o quizás en una hoja que cayó al pavimento y luego se pegó a mi falda con desparpajo. ¿Alguien sabe dónde guarda el tiempo los colores que abren las puertas al invierno? No encuentro los

La última princesa

Sentada en aquel bar, dándole la última calada al cigarrillo, Estrella recordó el cuento de Cenicienta. Aún guardaba aquel libro que olía a los días más felices de su infancia. Cada noche, al llegar a su apartamento, lo hojeaba hasta que se quedaba dormida en el sofá. Entonces soñaba con su madre leyéndole la historia

Aullidos

A  J. C. Aúlla el viento mientras me acaricias. Se estremecen de frío los cristales. Ruge el mar más allá de tus manos y tu sexo. Traspasas la noche y los sentidos permanecen insomnes, alertas. Luego se quedan adormilados, rendidos, abrazados a la calidez de las sábanas. Aúlla mi garganta mientras el viento indomable me

Recomenzar

Deja que la brisa sea tus alas. Tiende el corazón al viento para que cicatricen viejas heridas. Deja que el mar encabritado te salpique cada sueño, cada derrota, cada acierto. Tiende las alas mojadas en la orilla. El salitre las cura, las fortalece, las renueva. Despliega luego el alma y acepta la bondad de una

Río de luna

A Juan, un superviviente Me llamo Ignacio Pérez y estoy solo en este mundo. Cuando cumplí los trece años mi madre, el único familiar que me quedaba, murió repentinamente. Dicen que el corazón le falló y no me extrañó pues era una mujer apasionada. Mi padre nos abandonó el mismo día que cumplí un año

Bajo la lluvia de otoño

A Juan La lluvia y el abrazo. El agua que lame con parsimonia las aceras y los sentidos. La frialdad que despoja de incertidumbre la noche. Las gotas sobre los adoquines y las confidencias. Una canción en los labios de ella. El deseo en las manos de él. Caminan tan juntos que el aliento parece

Años

Los años de la abuela desaparecieron en su memoria. Sabía que hoy cumplía muchos pero prefería olvidarlo. Con absoluto desparpajo me respondió ante la indiscreta pregunta: “Los años se me perdieron igual que las gafas, mijita”. Una carcajada puso punto final a mi curiosidad y entonces me di cuenta de que aquella hermosa mujer que

En territorio onírico

Aquel sentimiento dulce en el pecho la empalagaba y le subía los niveles de glucosa en sangre. Prefería lo agrio, era mucho más sano. No había pegado ojo pensando en aquellas manos que jamás la habían tocado. No necesitaba irse a la cama para soñar con él. Con los ojos muy abiertos y a plena