Esta soy yo…
Soy periodista e irremediablemente isleña. De Cuba a Islandia y luego a Gran Canaria. Tengo la manía de escribir historias cortas, por eso he publicado recientemente un libro titulado Relatos en minifalda.
Soy periodista e irremediablemente isleña. De Cuba a Islandia y luego a Gran Canaria. Tengo la manía de escribir historias cortas, por eso he publicado recientemente un libro titulado Relatos en minifalda.
El psiquiatra le habló de la neurosis y le prescribió las caricias. Nada como unos dedos experimentados para desterrar la soledad de la piel y los tormentos del alma. Le prohibió los antidepresivos, los tranquilizantes o cualquier otro medicamento que anulara los sentidos e impidiera el disfrute. El psiquiatra le insistió en el uso de
Hoy ha decidido no volver a mirarse en el espejo. Se detiene frente a él, justo antes de lavarse la cara, cierra los ojos e imagina que es solo un cuadro vulgar donde se reflejan los rostros de los otros, de esas tontas marionetas que todavía no han descubierto la verdad y sobreviven ajenas al
A mi madre y a otras madres que ya no están. La vio al lado del armario, con su bata blanca, el pelo suelto y esa sonrisa que siempre la hizo tan especial. Cerró los ojos y aspiró con fuerza su olor a Nomeolvides. La brisa nocturna mecía levemente las cortinas del ventanal. “No te
Fue a lamerse las heridas en un rincón de la noche. La luna no lo acompañó esta vez. En solitario gimió por la ausencia de las caricias. La noche, indiferente, miró con disimulo hacia otro lado. No hubo preguntas ni respuestas. Solo el guiño cómplice del silencio. Extenuado, se durmió cuando el amanecer comenzó a
Solo el viento sabe sus secretos, solo las caricias pueden descubrir la suavidad del pelaje. Los ojos redondos y profundos te dejan el alma al descubierto. Huellas firmes sobre la hierba. Crines que se agitan enloquecidas por la fuerza del vendaval. El eco de otros tiempos llega como un susurro leve y cuenta historias en
Relatos en minifalda. Entrevista en La Provincia
Aunque se empeñen en dividir el océano y nombrar cada porción, el mar es el mismo de un extremo a otro. Y allí donde la esencia de tu cuerpo reposa, entre peces y caracolas, el azul se hace eterno porque se junta en un cálido abrazo con el cielo.
A mi abuela Eulalia Se lo susurraron los caracoles. Le dijeron que él me quería. Ella nunca lo había visto, ni siquiera en fotografías. Más de seis mil kilómetros de océano los separaban. Su certeza me dejó boquiabierta. Y luego me contó otras cosas que sucedieron tal y como ella las había vaticinado. Fumaba un
Con los ojos cerrados confía en su inmortalidad. No le importan los riesgos o los malos augurios. No le teme ni a los cuervos ni a las tiñosas. Se muestra indiferente ante el mal de ojo y toda su parafernalia para evadirlo. Pasa tranquila por debajo de las escaleras y se ríe a carcajadas cuando