Literatura

Metáforas

Mirando el mar desde la ventana de la residencia, Juan Manuel se acordó de Teresa y lo contó en unos pocos versos. Ahora tiene más de ochenta años, pero las metáforas sobreviven al tiempo y al destino. Tienen una especie de eternidad en su esencia. Recuerda que eran muy jóvenes y ella ya estaba comprometida,

La casta y el bueno

Le dicen Teresita la Casta pero todos saben que se acostó con el  jefe. Alta y flaca como una caña brava, con el pelo muy estirado y recogido en un moño alto, la blusa abrochada hasta el cuello, la falda por debajo de las rodillas y las gafas culo de botella va de un sitio

La espera

No había llegado y eso le daba la posibilidad de imaginar sus gestos, el pelo desordenado, su andar con la cabeza inclinada hacia el suelo por esa manía de buscar caracolas en la orilla. La deseaba y cada minuto miraba su reloj y oteaba el horizonte desde la ventana. Debía ser paciente. Sabía que podía

Sandra en el arcoíris

Sandra se aferró al arcoíris. Tenía que agarrarse a cualquier cosa para no rendirse. Recuerda que la llovizna se mezcló con las lágrimas y bajó por su cuerpo como una cascada de alivio.  Le dolían las manos pero no podía soltarse. Sabía que abajo la esperaba el silencio y eso era lo menos que necesitaba

Pétalos sobre las olas

Avanza con paso cansino por el viejo muelle. Las piedras se incrustan en sus pies callosos. Las olas se acercan mansas y los lamen  igual que lo hace su perro cuando él llega a casa y se quita las pesadas botas que usa para la labranza. Ignacio nació en el campo, sin embargo prefiere ir

Barco de papel

La lluvia le indica siempre el camino de vuelta a la calle de su infancia. Y si llueve a cántaros, mejor. Las aguas suben hasta los tobillos, agarra su capa naranja, las botas plásticas y se va a chapotear por el barrio. Su madre no puede saberlo. Dice que se pone mala de la garganta,

Tormentas

A todos los que se marcharon a cualquier punto cardinal. El viento dejó de ser un susurro y arremetió contra las calles, las aceras, los techos y los árboles centenarios del parque donde él solía ir con el abuelo cada domingo.  Unos hablaban de tormenta, otros decían que era el peor huracán que azotaría la

Ángeles y Demonios

Para mi amiga Ángeles, un relato cargadito como el buen café cubano. Clara estuvo sacando cuentas a pesar de que nunca le gustaron las matemáticas. Pero justo antes de hacer la maleta, se sentó en el borde de la cama y comenzó a hacer números en la calculadora del móvil. Tenía curiosidad por contar los

Sombras y luces

Entre tantas sombras, la luz fue haciendo un agujero y logró salir a la superficie. Asomó tímidamente la cabeza y comprobó que el mundo podía ser una mirada, una melodía, un brevísimo candil que anuncia la noche, una caricia inocente que tiembla en la punta de los dedos. Impaciente, la luz quiso mostrar todo su

Génesis del llanto

El llanto de Iluminada era una cuestión genética. Su árbol genealógico era una lista interminable de antepasados llorones. No solo las mujeres tenían la capacidad de llorar a mares, los hombres también debían enjugarse las lágrimas con disimulo en cualquier acontecimiento familiar de cierta relevancia. De esta manera empapaban pañuelos en bautizos, bodas, funerales, comuniones,