Literatura

Sandra en el arcoíris

Sandra se aferró al arcoíris. Tenía que agarrarse a cualquier cosa para no rendirse. Recuerda que la llovizna se mezcló con las lágrimas y bajó por su cuerpo como una cascada de alivio.  Le dolían las manos pero no podía soltarse. Sabía que abajo la esperaba el silencio y eso era lo menos que necesitaba

Pétalos sobre las olas

Avanza con paso cansino por el viejo muelle. Las piedras se incrustan en sus pies callosos. Las olas se acercan mansas y los lamen  igual que lo hace su perro cuando él llega a casa y se quita las pesadas botas que usa para la labranza. Ignacio nació en el campo, sin embargo prefiere ir

Barco de papel

La lluvia le indica siempre el camino de vuelta a la calle de su infancia. Y si llueve a cántaros, mejor. Las aguas suben hasta los tobillos, agarra su capa naranja, las botas plásticas y se va a chapotear por el barrio. Su madre no puede saberlo. Dice que se pone mala de la garganta,

Tormentas

A todos los que se marcharon a cualquier punto cardinal. El viento dejó de ser un susurro y arremetió contra las calles, las aceras, los techos y los árboles centenarios del parque donde él solía ir con el abuelo cada domingo.  Unos hablaban de tormenta, otros decían que era el peor huracán que azotaría la

Ángeles y Demonios

Para mi amiga Ángeles, un relato cargadito como el buen café cubano. Clara estuvo sacando cuentas a pesar de que nunca le gustaron las matemáticas. Pero justo antes de hacer la maleta, se sentó en el borde de la cama y comenzó a hacer números en la calculadora del móvil. Tenía curiosidad por contar los

Sombras y luces

Entre tantas sombras, la luz fue haciendo un agujero y logró salir a la superficie. Asomó tímidamente la cabeza y comprobó que el mundo podía ser una mirada, una melodía, un brevísimo candil que anuncia la noche, una caricia inocente que tiembla en la punta de los dedos. Impaciente, la luz quiso mostrar todo su

Génesis del llanto

El llanto de Iluminada era una cuestión genética. Su árbol genealógico era una lista interminable de antepasados llorones. No solo las mujeres tenían la capacidad de llorar a mares, los hombres también debían enjugarse las lágrimas con disimulo en cualquier acontecimiento familiar de cierta relevancia. De esta manera empapaban pañuelos en bautizos, bodas, funerales, comuniones,

Heridas

Bendito domingo con la nostalgia y su artilugio sadomasoquista dejando surcos sobre la piel de los recuerdos. Ella lo sabe mejor que nadie. Por mucho que lo intente no puede escapar de la mueca trágica de las heridas. Y a pesar de todo sonríe y busca en el desván el traje de princesa que le

Abulia

No tengo ganas de escribir pero garabateo una frase sin sentido. No me gusta volar pero me cuelgo desesperada de un trozo de nube. No me apetece llorar pero la lluvia ha formado un charco sobre las sábanas. No es mi intención gritar pero has llegado tan lejos y con tal ímpetu que ni tiempo

La Tarde

La tarde se parece a ti, a mí, a la inocencia. Es un refugio para la quietud, y el mar se acurruca en las aletas de dos delfines que bailan ante el crepúsculo y las gaviotas. La tarde es un susurro de besos como retoños, de raíces como laberintos, de conchas como destinos. No sé