Turco

Turco

Soñé que estaba en casa, que alguien me ponía una mantita para que me echara a descansar. Había dado un largo paseo y ahora era el momento de la siesta. Cada día mi hermana Cía y yo hacemos nuevos amigos. Es maravilloso salir a disfrutar del aire puro, olfatear, correr, jugar con la pelota… Una ráfaga de viento me sobresalta y despierto asustado. Miró en todas direcciones y solo veo maleza y una fina llovizna que comienza a caer. Está oscuro y tengo frío.

Agotado por el cansancio y el hambre vuelvo a cerrar los ojos y otro sueño, no tan agradable como el anterior, provoca que mi corazón lata muy deprisa. Nuestra familia nos ha llevado a mí y a mi hermana a un lugar que no conocemos. Creo que alguien en la casa se ha puesto enfermo. Unos perros se acercan curiosos a olfatearnos. Algunos mueven la cola invitándonos a jugar. Otros se muestran recelosos y no parecen muy contentos con la llegada de dos desconocidos. Las personas a cargo del refugio se acercan, amables, e intentaban acariciarme. Yo, desconcertado, huyo y miro en todas direcciones buscando a mis seres queridos, pero ellos se han marchado. Mi hermana se ha refugiado en un rincón, baja las orejas y tiembla.

«No pierdo la esperanza de que nuestra familia venga a buscarnos«

Han pasado varios días y me he ido adaptando poco a poco a mi nuevo hogar. He hecho amigos y los humanos que vienen a cuidarnos me dan chuches y mimos. Hay un perro al que no le caigo muy bien y quiere morderme, pero a mí no me interesa pelear. Una mujer se acerca y lo regaña. La observo con agradecimiento, me subo al muro y miro hacia todas partes. No pierdo la esperanza de que nuestra familia venga a buscarnos. No entiendo por qué nos han dejado aquí. Nosotros los queríamos y nos portábamos bien.

Turco y Cía

Aunque no comprendo el lenguaje de los humanos, creo que estoy malito. Me darán unas pastillas porque tengo la enfermedad que llaman “gusano del corazón”. Un día nublado me metieron en un transportín y me llevaron a una casa de acogida. Eran personas afectuosas que intentaban que me sintiera bien, sin embargo yo estaba muy asustado y hui. Ahora vago sin rumbo. Estoy muy angustiado y desorientado.

Creo que mi casa está muy lejos y no sabré cómo llegar. Para colmo mi hermana se ha marchado a un país que se llama Alemania. Sé que nunca más volveré a verla, pero he oído que una familia la ha adoptado y es feliz. Estoy muy desanimado. Ni siquiera están aquí aquellas buenas personas que me acogieron en el refugio. Ha comenzado a llover torrencialmente, así que tendré que buscar un lugar donde guarecerme. A lo lejos veo una carretera y las luces de los coches. No sé hacia dónde ir.

Turco

Me he escondido entre unos arbustos. El aguacero ha arreciado. Tengo hambre y frío. Mi pelaje está empapado. Ojalá estuviera en el refugio. Al menos allí tendría una cama y comida. Vuelvo a dormirme y sueño con la sonrisa y la caricia de una desconocida. Su voz me susurra palabras que no comprendo, sin embargo me calman. El ruido de un trueno me despierta. Ahora llueve a cántaros y estoy aterido. No creo que sobreviva. He cruzado varias veces la carretera intentando orientarme y varios coches han estado a punto de atropellarme. Solo un milagro podrá sacarme de este apuro.

La lluvia se ha marchado y el sol ha vuelto a brillar. Hoy hace mucho calor. He podido beber de los charcos, pero no he comido nada. Las tripas me suenan mucho y estoy en los huesos. De repente oigo mi nombre. Olfateo el viento y me llegan olores conocidos. Esas voces las he escuchado antes. Creo que me están buscando. Mi corazón late deprisa. Me levanto y corro. La esperanza reluce como el sol que veo salir cada mañana.

Son a las chicas del refugio. Veo lágrimas en sus ojos y hasta se abrazan entre ellas. Creo que están felices por haberme encontrado. Me acerco a una que ha dicho mi nombre en un susurro para que yo no me asuste, y me ofrece un pedacito de queso. Me sostiene y me abraza. Se acercan las demás y me arropan. Estoy a salvo. He ido a otra casa de acogida donde soy feliz. Tengo nuevos amigos, dos de ellos gatos, y humanos que me cuidan y me dan mimos. Espero, algún día, encontrar una familia que me acoja para siempre. Mi corazón, sano ahora, tiene mucho amor y fidelidad que ofrecer.

Turco en la casa de acogida

Epílogo: Turco huyó de la casa de acogida y estuvo doce días perdido en los alrededores de la ciudad de Arucas (Gran Canaria). Sobrevivió a la borrasca, el hambre, la sed, la soledad y los coches. Nunca perdimos la esperanza de encontrarlo. Esta es una historia real de un perro mestizo de tres años que fue entregado al refugio junto a su hermana, por motivo de enfermedad de uno de los miembros de la familia. He escrito este relato con todo mi amor para él y para mis compañeras y compañeros de la protectora Gran Canaria Pets. Desde que soy voluntaria en el albergue me siento mejor persona. Ningún animal merece ser abandonado y mucho menos maltratado.

Fotos: Belkys y Gran Canaria Pets

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