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Sirocco

El siroco toca en mi ventana. «Vete, no hay nadie», le digo bajito. Porfiado, como aquellos chivitos desobedientes, insiste en colarse en mi casa. Soy caribeña, de aguaceros y humedades. No entiendo la lengua del viento caliente, con su ropaje desértico. Tengo la garganta reseca y las palabras sofocadas. Invoco un par de dioses nórdicos para ver si caen

Retrato de muchacha

Una muchacha sentada en la sala de su casa cabalga de espaldas al sol, y en su rostro va desapareciendo el tiempo. Escucha el canto de los pájaros del crepúsculo y añora el mar de invierno mordiendo las rocas en su orilla. Detenida en el lienzo espera la tristeza como una profecía. Ya no escucha

La lluvia

La lluvia intenta derrotar al tiempo y las aceras. Ríen felices las gotas, desfilan calle abajo y se despiertan los tejados, las ventanas y los murmullos. Regresas mojado y simple. Traes la lluvia, las hojas de un otoño extinto y de una primavera que llena de flores mis sienes y mis tobillos. Comienzo a contarte

Océanoterapia

Respira todo el azul que te quepa en las células. Siente el salitre oxigenando tu sangre. Deja que el agua desborde tus sentidos. Tantea la brisa marina. Acaricia cada piedra, las caracolas, las algas, las corrientes. Imagina unas manos que van desnudando tu sombra. Escribe un mensaje breve o extenso, optimista o apocalíptico, de amor

Encuentro

Foto: Ramón Santana Todavía no puedo creer en la fortuna de encontrarte en este breve sendero de la vida. Me he levantado hoy con tus poemas revoloteando como gorriones habaneros bajo mi techo. Tantas palabras dichas al mar, al viento, a las nubes de islas ausentes, viajes por el tiempo que fue, que es y seguirá

Atasco

Tiritan de frío. Se apretujan y poco a poco van formando una masa compacta, indivisible. Entonces se atascan. Comienzo a atragantarme y no hay manera de echarlas fuera. El viento las azota apático y se les pone una piel de gallina morada. Se apiñan más aún hasta volverse una pelota monumental. Porque llegan otras, las

Orillas

No te olvides que camino por esta orilla siguiendo mis propias huellas y buscando las tuyas. Aunque el faro está apagado, hay una luz interior que se proyecta sobre las olas y sobre el destino. La espuma rompe enloquecida sobre las rocas, me salpica y el salitre de estas costas que son también las tuyas

Sombras y luces

Entre tantas sombras la luz fue haciendo un agujero y logró salir a la superficie. Asomó tímidamente la cabeza y comprobó que el mundo podía ser una mirada, una melodía, un brevísimo candil que anuncia la noche, una caricia inocente que tiembla en la punta de los dedos. Impaciente, la luz quiso mostrar todo su

Tu risa y mi inocencia

A Diego Tu risa es el aliento de la lluvia, el atardecer en los techos, una gaviota, las novelas en la radio, el domingo en la playa de mi pueblo. Es el hechizo, los duendes inquietos, el juego a las escondidas, los barcos de papel flotando en la calle después del aguacero. Si tú ríes