El alacrán emigrante

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A una guajira que conocí en los fiordos del oeste de Islandia

El animal no se lo pensó dos veces y se coló de madrugada en la maleta aún a medio hacer. Sabía que la mujer partiría a primera hora hacia Europa. Cansado de una vida monótona y de los lamentos de todos los que pasaban a su lado, había decidido abandonar el trópico y probar suerte en otras latitudes.

Ibis no se percató de la presencia del polizón cuando, muy temprano en la mañana, abrió el equipaje para echar un saquito de frijoles negros. El animalito se había escondido dentro de unas bragas negras de encaje, las favoritas de la mujer. Donde vivía con su marido y cuatro hijos, era imposible conseguir frijoles de cualquier color. Tampoco había mangos, aguacates o plátanos verdes. Cansada de comer bacalao y papas hervidas, cada vez que viajaba a su isla natal, iba de compras a los barrios marginales. En el mercado negro conseguía los preciados productos a muy buen precio.

Un día vio una cotorra chillona que lanzaba palabrotas como perdigones a todo el que pasaba por allí y preguntó su precio. Después de media hora de regateo, decidió marcharse sin el animal. Eso de darle un diazepam para que se mantuviera callado durante el viaje le pareció un acto cruel. Tampoco sabía si se adaptaría a la nieve y la vida en la granja en los fiordos del oeste de Islandia.

Cuando el alacrán asomó la cabeza todo estaba oscuro y hacía frío. Estaba mareado y hambriento. Dando tumbos logró salir de la maleta y, cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, se dio cuenta de que ahora viajaba en el maletero de un coche. A los lejos pudo escuchar una conversación en un idioma desconocido. Al parecer la dueña de la maleta discutía acaloradamente con un hombre. De repente, el coche frenó en seco y la puerta del portaequipaje se abrió. El alacrán salió disparado y cayó de bruces sobre la carretera. Gracias a que una capa de cinco centímetros de nieve cubría el asfalto, el arácnido pudo sobrevivir a tan estrepitosa caída.

El alacrán emigrante

Han pasado cinco días desde que la policía de Reykjavík encontró un extraño animal que deambulaba por el arcén de la autovía que une el aeropuerto con la ciudad. En el telediario de la noche el locutor afirmó que no sabían la procedencia de la criatura que fue capturada por el grupo de operaciones especiales y trasladada de inmediato, bajo fuertes medidas de seguridad, al Museo de Ciencias Naturales de la capital islandesa.

El alacrán caribeño ha cumplido un sueño gracias a su paisana Ibis que, a pesar de enterarse de la captura de un animal tan común en su isla natal, no sabe que fue ella quien lo introdujo ilegalmente en el país. Ahora vive feliz en un terrario de lujo y, aunque no entiende una sola palabra, sabe que es el bicho más popular del museo. Los científicos se preguntan cómo es posible que un habitante del trópico sobreviva en una isla tan cercana al círculo polar ártico. Mientras tanto, el alacrán los observa con una sonrisita maliciosa, creyéndose inmortal.

Foto: Sippakom Yamkasikom (Unsplash)

5 comentarios en “El alacrán emigrante”

    1. Que simpático me he reído de estas cosas que nos pasan a los cubanos jjjj . A mi me pico uno en el dedo gordo del pie un día que salia por primera vez con un chico del que estaba enamorada tendría unos 18 y por poco me muero ….🤦‍♀️🤦‍♀️🤦‍♀️🤦‍♀️

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