Literatura

Insomnio

El viento era especialmente cruel aquella madrugada. Removía el polvo acumulado y los fantasmas, desvelados e inquietos, no encontraban sosiego en ningún rincón de la casa. Si bien era cierto que no hacían ruido, a ella se le erizaba la piel de la espalda y daba vueltas en la cama, flotando en un duermevela que

La mecedora

A Manuel Díaz Martínez La anciana se mece en el sillón y escucha distraídamente el implacable tic tac del tiempo. Acostado sobre la tierra reseca el perro la mira, cómplice de las horas y la desidia. La madera emite un leve quejido como señal inconfundible del desamparo. Un hilo de color blanco la mantiene sentada

Lucrecia y el Sol

A la Mariposa se le mojaron las alas con el sereno. Desconcertada, pensó que nunca más podría volar. Lloró con los puños apretados y, entre sollozos y maldiciones, se refugió bajo los pétalos de un girasol. Ante tanta algarabía, el Sol se asomó por la línea del  horizonte y, mientras estiraba brazos y piernas, se

Sequía estival

Ni una sola palabra, ni con falta de ortografía. Ni una sola frase coherente o incongruente. Abulia estival, suelo reseco y cuarteado, neuronas desconectadas, aguaceros pendientes. Se  quedó inmóvil, con la mirada clavada en la cuartilla impoluta, quizás desteñida como los fantasmas que andan sigilosos por las madrugadas insomnes. Miró al techo con desgana y

La radio

A la Habana de 1994                                              Mientras en la radio hablan de xenofobia, de elecciones, de atentados y de ballenas que deciden suicidarse en la orilla de algún océano, ella intenta desvestir su ausencia para calentar su propio cuerpo. Le cuesta porque tiene las ropas muy ceñidas, duerme  profundamente y no quiere que se le moleste.

Nubes

A Joaquín Nieto por devolverme las nubes de mi infancia. Era un niño enfermizo por eso se acostumbró a contemplar los nubarrones desde la ventana. Mientras sus amigos correteaban semidesnudos bajo el aguacero, él se conformaba con estirar el brazo para sentir la frialdad de la lluvia sobre su piel blanquecina. El olor a tierra

Los sueños de las mariposas

Desde lo alto de aquel flamboyán la mariposa pudo comprobar que los hombres eran ambiguos e inconstantes. “Nada se puede hacer”, suspiró resignada. Voló un poco más alto y se regocijó con la suerte de ser una criatura alada. Repasó atentamente cada color y comprobó que tenía polvillo suficiente para seguir subiendo. Y se posó

Policromía

Cuando tuvo uso de razón le dijeron que la vida no era color rosa. Por eso, aunque muchos lo miraron con recelo, derramó sobre aquella cartulina en blanco algunos verdes, varios azules, distintas tonalidades de rojo, violetas, naranjas, amarillos, se acostó sobre la hierba húmeda y fue feliz contemplando el nacimiento de un arcoíris que

Por prescripción facultativa

El psiquiatra le habló de la neurosis y le prescribió las caricias. Nada como  unos dedos experimentados para desterrar la soledad de la piel y los tormentos del alma. Le prohibió los antidepresivos, los tranquilizantes o cualquier otro medicamento que anulara los sentidos e impidiera el disfrute. El psiquiatra le insistió en el uso de

Las verdades y los espejos

Hoy ha decidido no volver a mirarse en el espejo. Se detiene frente a él, justo antes de lavarse la cara, cierra los ojos e imagina que es solo un cuadro vulgar donde se reflejan los rostros de los otros, de esas tontas marionetas que todavía no han descubierto la verdad y sobreviven ajenas al